Esta pieza es un diálogo visual entre la arquitectura y la emoción, donde las líneas meticulosamente dibujadas se encuentran con explosiones de color rojo apasionado.
Las estructuras que emergen del papel no son meras paredes o bloques, sino representaciones de las barreras que construimos alrededor de nuestros corazones y mentes.
El rojo, un color que tradicionalmente simboliza tanto el amor como el peligro, domina la paleta, sugiriendo una dualidad en nuestra experiencia humana.
Es una invitación a reflexionar sobre los espacios que habitamos, tanto físicos como emocionales; un recordatorio de la conexión que existe entre la belleza y la estructura de nuestro mundo caótico.