Es una exploración visual de la interacción entre opuestos: la estructura y el caos, la luz y la oscuridad, el espacio y la forma. Cada trazo y color ha sido cuidadosamente seleccionado para crear un diálogo entre estos contrastes, invitando al espectador a una experiencia de introspección y descubrimiento.
La obra se compone de líneas geométricas entrelazadas con paneles de colores terrosos, desde amarillos suaves hasta marrones profundos. Las texturas añaden una dimensión táctil que contrasta con la suavidad de los colores, creando una sinfonía de caos controlado. La sensación arquitectónica de las líneas estructuradas se fusiona con la organicidad de los colores, simbolizando la eterna intersección entre lo construido y lo natural.