Es una oda a la majestuosidad del atardecer abrazando la silueta de una ciudad. En esta obra, las líneas no solo construyen la arquitectura de los edificios, sino que también delinean el horizonte donde el día se encuentra con la noche.
La ciudad, con sus estructuras definidas por líneas negras y sombras marcadas, representa la realidad tangible, la constancia de nuestro mundo construido. Pero cuando el Sol comienza a descender, la ciudad se transforma.
Las sombras se alargan, y los edificios se convierten en meros contornos contra un cielo que arde con tonos de color amarillo.
Este contraste no solo es visual, sino emocional. La ciudad es la mente; el atardecer es el corazón. Juntos, crean un momento de reflexión, un instante suspendido donde todo parece posible.
Te invito a mirar más allá de las líneas y ver la ciudad no como un conjunto de edificios, sino como un lienzo para la imaginación.
Que encuentres tu propio atardecer entre las sombras, tu propia luz en la oscuridad de la tinta.
"Trazos al Ocaso" captura ese instante efímero pero eterno, donde cada día nos despedimos de lo conocido y damos la bienvenida a la promesa de la noche.