La fusión de dos mundos: el concreto y el abstracto.
La obra presenta una estructura arquitectónica, cuyas líneas negras firmes se alzan sobre un fondo blanco. Sin embargo, es la irrupción de una forma triangular azul, vibrante y audaz, lo que desafía la rigidez de la arquitectura. Este elemento abstracto, junto con las manchas azules suaves que lo rodean, evoca imágenes de nubes o humo, añadiendo un contraste etéreo que invita a la reflexión. La textura densa en la parte inferior sugiere sombras o reflejos, añadiendo profundidad y misterio a la composición.
Un diálogo visual entre la realidad tangible y la imaginación sin límites; una ventana a un universo donde lo sólido se encuentra con lo soñado, y lo cotidiano se entrelaza con lo fantástico.